miércoles, 4 de junio de 2014

Crónica del Primavera Sound 2014

Lo mejor:

· Slint: de todas las reuniones de iconos de los 90, la suya parecía la más justificada. Al fin y al cabo, para cuando publicaron su obra magna (Spiderland) ya se habían separado. La reunión recupera el tiempo perdido y demuestra por qué son tan admirados a pesar de su corta discografía. Majestuosos, ominosos y demoledores. Tener al público de un festival en absoluto silencio, esperando cada nota y cada susurro de la banda, es la prueba infalible. El mejor concierto del Primavera.

· Slowdive: otra reunión noventera, en este caso sin mucha razón de ser. Slowdive tuvieron una carrera bastante completa en su época original y todos sus miembros han seguido creando música con más o menos éxito. Aún así poco que reprochar: sonido masivo, cancionero inmaculado y esa belleza y fragilidad de la que sólo ellos son capaces.

· Spoon: siempre han sido los chicos listos de la clase. Poperos y pegadizos mientras subvierten todas las reglas del pop (y del “indie”). Conscientes de que su último disco flojea, dedicaron la mayor parte del concierto a tocar los hits con la precisión marca de la casa. Nada que objetar.

· Neutral Milk Hotel: la fiesta del festival. Tropecientos señores barbudos saltando por el escenario bajo un arsenal de guitarras, baterías, vientos, acordeones e instrumentos psicodélicos. Y en medio, el gran Jeff Mangum y su profunda humanidad. Otros grandes haciendo honor a su leyenda.

· The Ex: la sorpresa particular. Uno de esos grupos cuyo nombre conoces pero a cuya música nunca te has acercado. Fui por casualidad, aprovechando un hueco ocioso, y convencieron: post-punk monolítico, intensidad ruidosa, actitud desafiante y esa eterna influencia de The Fall en la manga.

· Cut Copy: cerraron el festival con lo único que saben hacer: pop, baile y psicodelia. Los toques madchester del nuevo disco encajaron perfectamente entre los estándares de su discografía. Otros que nunca fallan.


Lo medio:

· Nine Inch Nails / Queens of the Stone Age: dos totems del rock alternative perdidos entre tanto moderno. Demostraron su profesionalidad, llevaron buen sonido (excelso en el caso de NiN – se nota que Reznor es ante todo productor) y lanzaron un buen arsenal de temazos. Entre media, por desgracia, demasiados temas nuevos y poco ritmo, haciendo ambos conciertos un poco largos.

· Arcade Fire: el mayor espectáculo del mundo, pero también un concierto irregular. Secuencia de temas extraña como poco y demasiada dependencia de la imagen. Son espectaculares pero uno empieza a tener la sensación de que ya se sabe la película.

· The National: si sus álbums destacan por su elegancia y detallismo, en directo The National se convierten en una apisonadora post-punk de sonido épico. Algo bueno de por sí, pero que acaba resultando un poco monótono. Faltó variación y sobró carisma por parte de Matt Berninger, serio aspirante a suceder a Nick Cave en el trono de rey del lado oscuro.

· Kronos Quartet: prestigioso cuarteto de cuerda, indiscutible referente de la música de vanguardia, el Kronos tenía un público difícil en un Auditori lleno de guiris buscando refugio de la lluvia. Brillaron en sus piezas más características (tocaron a Terry Riley, Laurie Anderson y Bryce Dessner) pero patinaron un poco en esas concesiones al público indie (Omar Souleyman, Mogwai…)


Lo peor:

· Television: la decepción con mayúsculas. Los dioses del punk neoyorquino tocaban su Marquee Moon, palabras mayores, pero desde el minuto uno faltó la magia. El sonido fallaba, los dedos de Tom Verlaine demostraban  no ser lo que fueron y la banda sonó un poco desorganizada y caótica. Bastante triste.

· Pixies: otra leyenda en caída libre. No se puede hablar de decepción después de lo que vimos hace unos meses en La Riviera. Aquí, simplemente, certificaron su fallecimiento artístico. Las canciones nuevas son mediocres y genéricas en el mejor de los casos, y los clásicos animan más por lo que son que por cómo los hacen sonar. El lado oscuro de las reuniones…

· GyBE!: nadie puede dudar de su leyenda, pero su sitio es un auditorio o una sala pequeña, no un escenario de festival en primetime. Faltó energía y sobró ombliguismo.

· Warpaint / Haim: dos hypes por los que pasé por casualidad para confirmar que el modernismo no es lo mío. Unos clones de los últimos clones de aquellos tíos que imitaban a Young Marble Giants y unas señoras con ambiciones Guns’n’Roseras. Y que viva Pitchfork…

· La organización: el Primavera se ha vuelto demasiado grande, para bien y para mal. La disposición de los dos escenarios principales (enfrentados) limitó los horarios de los conciertos principales y evitó bises, como los que sí vimos el año pasado. Los solapes sinsentido, juntando a grupos de mismo público objetivo. La sorpresa vuelta en pesadilla del Hidden Stage acabó desesperando (sí, me perdí a los Buzzcocks…)

Ah, por cierto, y al final no vino Macaulay Culkin. Para todo lo demás, esto: