jueves, 25 de enero de 2018

A New Face in Hell

Una de las amargas victorias que podemos atesorar en este implacable sistema capitalista es que, muy a su pesar, la historia al final realmente la escriben los perdedores. Y en música, aún más. Las estrellas comerciales mueren y llenan telediarios, periódicos y tabloides, como imprescindible paso previo al olvido y la irrelevancia. Dudo mucho que pase lo mismo con Mark E. Smith, líder, único miembro permanente y mayormente todo (“… si es Mark E. Smith y tu abuela tocando los bongos, es The Fall”) de una de las grandes bandas de la música contemporánea, fallecido ayer a los 60 años. Dudo que su cara (especialmente su cara) aparezca mañana en la portada de los diarios gratuitos o que las masas acompañen sus restos camino del cementerio (o la letrina) en que acaben sus restos. No hace falta.  Hace tiempo que The Fall dejaron de ser una banda para convertirse en una institución. Cuando aparecieron en plena eclosión del punk en el Manchester de los 70 ellos ya andaban en el post-punk, acunando ese síndrome de Casandra que le acompañaría toda su carrera: The Fall siempre llegaban a los sitios antes que nadie, pero solían haberse ido cuando el público empezaba a fijarse en ellos. Tampoco pareció preocuparle. Quizás por eso en tiempos como estos, tan confusos para lo que un día fue indie y ahora parece puro mercado, Mark E. Smith era, más que nunca, contingente y totalmente necesario. Nunca  hizo dos discos iguales, nunca vendió su música, nunca intentó complacer a su público, nunca renunció a su particular visión del punk (a saber, vive rápido cuarenta años y deja un cadáver feísimo). Nunca, durante cuatro décadas, dejó de ser el faro más brillante del indie británico.

Mark E. Smith es una leyenda, y no puedo evitar compararle con otra de nombre Lou Reed. Al fin y al cabo, los dos fueron anglosajones feos, malhumorados y excesivos con un talento innato para extraer el lirismo que esconde la mugre de nuestra sociedad. Y ambos vieron como su música fue ignorada en su tiempo sólo para convertirse en una influencia casi omnipresente años después. Porque si la Velvet prefiguró el punk y el underground ochentero, sin The Fall es difícil imaginar el post-punk, la movida madchester y buena parte del indie de los 90, con Pavement, Sonic Youth, Blur, Guided by Voices o LCD Soundsystem debiéndoles media vida en su música. Su legado es tan grande que elegir sólo una canción para ilustrarlos es imposible. Pero se intentará.

Mark E. Smith se ha ido y The Fall no existen ya. Pero su gruñido sigue resonando. Siempre iguales, siempre diferentes.