PARTE
1: Anoche
Anoche
iba hacia el metro de Tribunal para volver a casa cuando, en la confluencia de
Valverde y Colón, vi una camiseta en un escaparate que me llamó especialmente
la atención. No pude evitar la tentación de buscar posteriormente la tienda en
internet; resultó ser una franquicia de ropa, llamada Dear Tee, en cuya web
definen unos principios muy reveladores respecto al estilo y tipo de público
asociado: “Dear Tee apoya y se considera
parte del Slow Fashion Movement…. Dear Tee cree en el valor de la expresión de
la personalidad de uno mismo a través de las prendas que usa para vestirse… Dear
Tee va más alla del look chic, quiere ofrecer prendas que puedan
recuperar el sentido artístico del vestir…” En sus campañas publicitarias, nombres
de personalidad tan acusada como Patricia Conde y Cristina Pedroche. La camiseta
en cuestión era su camiseta Flipper. En la descripción de la misma: “Si te gusta elaborar looks llamativos y
diferentes ¡esta es tu prenda sin duda alguna! El nombre del famoso delfín se
complementa con un dibujo de un tiburón con la boca abierta, graciosa
contraposición. La caricatura parece estar hecha por los más pequeños, con lo
que aumenta mucho el atractivo de la prenda… Está diseñada en España”
PARTE
2: Kurt Cobain
Kurt
Cobain es y será siempre un incomprendido. Para empezar, a sus Nirvana los
colocaron en el gueto del grunge; error manifiesto. El grunge era un movimiento
“rock”, la base de Nirvana era el punk. Y Cobain encarnaba el mejor tipo de
punk americano de los 80, el culto adorador de todas las bandas del underground
que pasaron aparentemente sin pena de gloria en su día pero acabaron erigiéndose
en influencias clave para la música que vendría después, principalmente todas
las cosas indie.
Cuando
fichó por una multi, Cobain no pretendía venderse; al contrario, su plan
original era utilizar el poder publicitario y la visibilidad que le facilitaba
el dinero corporativo para promover esa música minoritaria que adoraba. Siempre
pensó que falló: cuando se suicidó, una de las razones que se esgrimió fue cómo
se vio traicionado por el sistema al ver que sus buenas intenciones fueron
pervertidas, ya que en vez de conseguir que el underground asaltara la música
comercial, fue la industria musical la que absorbió la superficie del
underground (su look “chic”) y aplastó toda la esencia y la sustancia. (Las
drogas y Courtney Love también ayudaron, vale, pero eso es otro tema.)
Lo
cierto es que lo anterior es cierto, pero también es cierto que Cobain ayudó a
sacar del oscurantismo a muchas bandas legendarias: yo personalmente le debo a
los Meat Puppets, pero la larga lista incluye también a gente como los Melvins,
Mudhoney, los Vaselines, Half Japanese e incluso, en buena parte, Jesus Lizard
y Sonic Youth. Y sí, también Flipper, cuyo nombre se hizo popular en los
noventa debido a una camiseta hecha a mano con su logo que Kurt Cobain lució en
varias apariciones públicas de la época.
PARTE
3: Flipper
Flipper
son una de las bandas más importantes del punk americano. Nacidos a finales de
los setenta en uno de los epicentros del hardcore (San Francisco), enseguida se
convirtieron en una de los grupos más personales de la escena: mientras sus
compañeros basaban su música en la velocidad y el chiste fácil, Flipper
ralentizaron el ritmo, retorcieron las guitarras y dieron varias toneladas
extras al bajo creando un sonido denso, agobiante, esquizofrénico y más pesado
que cualquier otra banda punk, inventando de facto tanto el sludge metal como el noise rock y convirtiéndose en uno de
los nombres seminales del punk moderno, cuya influencia ha iluminado a los
Melvins, Black Flag, Jesus Lizard o Nirvana. En palabras de Henry Rollins: "They were just heavy. Heavier than you.
Heavier than anything...When they played they were amazing".
Aparte
de su sonido, Flipper siempre fueron fieles a la filosofía punk más radical.
Vivían al día, giraban sin parar, hacían apología constante del alcohol, las
drogas y las enfermedades venéreas. Tres de sus bajistas murieron de sobredosis.
Y, por supuesto, no vendían merchandising. Por eso sus fans empezaron a lucir
camisetas hechas a mano con su logo, como expresión máxima de pasión por la
banda y de la filosofía DIY que caracteriza el punk. Como la que se hizo Kurt
Cobain. Como la que vende Dear Tee.
Y
he aquí que acaba nuestra historia. ¿La moraleja? Da igual que te vendas o no
al capitalismo, cuando quiere algo de tí te lo va acabar arrebatando. Va a
coger todo lo bello y especial de este mundo y lo va a pervertir y blanquear
hasta que la banda de punk más salvaje y desagradable de siempre se convierta
en una graciosa caricatura de consumo masivo para jóvenes con poca personalidad
y mucho dinero de papá en los bolsillos.
…aunque,
por otra parte, quizás no sea tan malo. Al fin y al cabo, todo lo anterior
también ha servido para que ahora mismo esté compartiendo este llenapistas en
la portada de cuyo single apareció por primera vez el logo en cuestión. Y para
que miles de millenials promocionen sin querer uno de los sonidos más gloriosamente
disonantes y vomitivos de siempre. Porque, pase lo que pase, FLIPPER RULES.