
Por ejemplo, los 100 minutos de “La vida de bohemia”, obra clave en la carrera de Aki Kaurismäki y primera peli que veo del afamado finlandés. 100 minutos que superen con creces todo lo que ha ofrecido la vida durante los últimos 365 días. Ese cuento sobre desheredados, románticos e idealistas, que se convierte en una cápsula repleta de humanidad, de amor, de ternura, de tristeza. De vida. En perfecto blanco y negro, sembrado de esas gotas de humor lacónico, ese ritmo pausado y esa afición a los fundidos en negro que parecen la forma en que Kaurismäki le devuelve a Jarmusch el guiño que le hizo en la última historia de “Noche en la tierra”. Tres extraños en un paraíso de buhardillas destartaladas y vino barato. Louis Malle haciendo de gentleman. Samuel Füller con sus malas pulgas habituales. Jean-Pierre Léaud haciendo nada excepto recordarnos al inmortal Antoine Doiniel. Esa gloriosa coña sobre la música contemporánea. Un lugar en el que refugiarse y disfrutar, antes de que las luces se enciendan y nos devuelvan a la realidad más mundana. La magia del cine. Una película preciosa.
2 comentarios:
ja ja. Muy bueno. No he visto nada aún del Kaurismaki.
Gracias por recomendar esta película. La vi anoche y me encantó.
Un saludo.
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