lunes, 25 de abril de 2011

Sueños



La nostalgia es una cosa curiosa. Uno tiene recuerdos no necesariamente agradables que, cuando vuelven mucho tiempo después, producen una extraña sensación de alivio. Pasa también con la música. Mis padres nunca fueron especialmente inquietos intelectualmente, pero aunque sólo sea porque son suficientemente viejos solían tener por casas muchos discos a tener en cuenta. Sin embargo, por rechazo a los progenitores, por inmadurez o simplemente por prejuicios siempre permanecía al margen de toda aquella música que había conocido de niño. También parte de culpa tuvo que ciertos grupos decidiesen dilapidar sus carreras triunfando con música sin sustancia que de alguna forma tapaba la calidad de los discos estupendos que publicaron antes.

Para mí, Simple Minds eran sólo los responsables de aquella estúpida (Don’t You Forget) About Me, que The Human League habían acabado con las guitarras y Gary Numan era un hortera sin remedio. Y resulta que, dejando atrás los prejuicios, uno descubre que el primer synth pop tenía más que ver con el mejor post-punk que con las tonterías de mediados de los 80, que Simple Minds eran unos genios cuando nadie les conocía y que ABC inventaron a Pulp 10 años antes con su maravilloso debut.

Pero los casos más curiosos han venido de dos bandas que conocía precisamente por sus picos artísticos. El otro día descubrí por casa de mi padre el Architecture & Morality de los OMD en vinilo, y entendí por qué me vinieron a la cabeza tantos recuerdos al oírlo por primera vez, hace poco, y darme cuenta de que esa banda de la que siempre había huido habían facturado parte del mejor pop que he oído nunca. E igualmente extraño fue recuperar un discos de grandes éxitos de Fleetwood Mac que siempre había estado entre mis cds y encontrarme que aquellas cancioncillas que recordaba con sorna eran realmente un puñado de temas emotivos y melancólicos. Puede que esté empezando a derribar prejuicios. O que, simplemente, la vida me haya enseñado a escuchar atentamente el sonido de mi soledad.

6 comentarios:

Conejo blanco dijo...

Siempre resulta interesante el encontrarnos con algo que pertenecía a nuestros padres y abuelos, es en sí una forma de conocerlos, ¿no? Pienso "esto le gustaba y por qué"; y cuando me lo cuenta, hace que lo sienta más cerca.

No sé que tiene la música de los 80 pero es una década que no me llama la atención, tiene algo no sé muy bien qué..., quizás me pase como a ti, que le tengo cierta aprensión.

Gran frase: "la vida me haya enseñado a escuchar atentamente el sonido de mi soledad."

Un saludo.

Alexito dijo...

Gran frase. Lástima que se la haya tenido que copiar a Stevie Nicks.
Los 80 son como cualquier otra época. Mucha mierda y unas cuantas joyas entre medias. La única diferencia es que, en los 80, la mierda empezó a vender millones.

Pierrot dijo...

Los 80 tienen mucho de pastiche pop y de grupos prefabricados, pero es que en esa época los horteras eran los que salían en la tele, y los que éramos pequeños, asumiendo que seamos de la misma generación, nos lo tragábamos como parte de la "cultura ambiente" Pero en los 80 había una gran escena independiente al margen de la MTV y las multinacionales. Pulp, Sonic Youth o REM, que no se pasaron a multinacionales hasta los 90, empezaron a principios de los 80.
Estoy de acuerdo en lo de los prejuicios, aunque sigo odiando las baterias electrónicas de los ochenta. No puedo con ellas.

Conejo blanco dijo...

Claro que hay joyas, pocas he conocido por ahora.
Sí, esas baterias... Me pasa eso, cuando escucho una canción casi al instante podría decir que es de los 80, solo por la bateria, tan artificial. Es algo que no me agrada.

Alexito dijo...

Si es que la música "indie" se creó en los 80. SST, los Smiths, el post-punk, los Jesus & Mary Chain, Talk Talk, David Sylvian, Tom Waits... Pero es lo que dice Pierrot, ninguna de esas cosas salía en la tele.
Yo también tenía prejuicios con los sintetizadores y las baterías reverberadas. Y entonces descubrí a New Order...

Pierrot dijo...

Da igual, no teníamos indie pero teníamos a los electroduendes y el planeta imaginario.